Ni manteles de tela, ni individuales de papel, ni nada. Sobre la mesa pelada, ahí está la pizza. Una vez que traspasamos la puerta, el aroma es el primer argumento convincente para saber por qué hace más de 50 años que la pizzería Nápoles, en Concepción, sigue tan vigente como en los años 60, cuando la familia Sánchez compró este tradicional negocio de Concepción.
Ubicada en una esquina estratégica (Italia y presidente Roca), la pizzería es el paso obligado de todos los viajeros del sur provincial: en esas cuadras paran todos los colectivos y los autos rurales. Por eso, abre sus puertas a las 5 de la mañana y tiene sus hornos listos porque entre sus clientes no falta el que quiere desayunarse una buena muzzarella.
Antonio Manuel Sánchez tiene el recuerdo vivo de cuando su padre, José Humberto Sánchez Bertotti, compró el local. “Corría el año 67. Dos años después, la pizzería se incendió totalmente. Mi hermano trabajó duro para poder recuperarla. Yo me hice cargo a partir del año 74 hasta hace muy poco, que quedó en manos de uno de mis hijos”, cuenta Antonio, de 69 años.
“La gente del campo nos quiere mucho. Creo que el éxito y la vigencia de la pizzería está basado principalmente en que siempre fue atendida por sus dueños”, considera. Y recuerda que los “tiempos de oro” fueron cuando frente al local funcionaba la whiskería Madras. “Muchos artistas que pasaron por ahí se cruzaban a probar nuestras pizzas; entre ellos María Marta Serra Lima y Sergio Denis”, detalla.
Los pizzeros fueron cambiando con el tiempo. Pero la magia del lugar permanece. Para los clientes, después de renacer de las cenizas, Nápoles es el “legendario templo” de la pizza en el sur tucumano.